09 marzo, 2008

Contra la tiranía




Por desgracia hay cosas que sólo ocurren en un país como España. Decimos por desgracia, por que es en la vida de las personas corrientes, donde la sinrazón se ceba. De un tiempo a esta parte hemos asistido a cómo el terrorismo se ha convertido en un objeto más, muy siniestro sí, de cálculo político. Y de nuevo ha vuelto a llamar a nuestras puertas, en vísperas de consulta electoral, para que cada cuál se pregunte a quién beneficia. Sólo por esto, alguien debería recapacitar sobre la inviabilidad de este régimen supuestamente democrático. Frente a aquellos que venimos denunciando las deficiencias de nuestra "modélica transición", y de nuestro "homologable régimen democrático", nos encontramos con los corifeos que hablan de libertad y democracia. De políticos que se llenan de decir siempre las mismas cosas cada vez que ETA asesina. Por desgracia, esta función la hemos visto demasiadas veces y nos suena muy familiar. El próximo lunes, todo volverá a su tranquilo ser, hasta la próxima, y otra vez a empezar...

La verdad es que, después de 30 años de supuesta experiencia democrática, el nuestro es un país en el que el retroceso de las libertades, escasas, eso sí, no ha parado de retroceder.

Este país tuvo la oportunidad hace 30 años de alumbrar un régimen democrático, en el que imperaran las libertades individuales frente a la tribu, la raza y los aparatos, ya sean estos partidistas o sindicales. Hemos vivido durante estos 30 años en las apariencias, como esas familias venidas a menos que desempolvan sus alhajas y sacan a pasear al perro, pero que a la hora de comer se encuentran con la nevera vacía. Con tan sólo rascar un poco, nos encontramos con un edificio aquejado de aluminosis que amenaza ruina.

Hemos llegado al final de trayecto, esto no da más de sí. El retroceso en los derechos individuales que sufren los ciudadanos en zonas como el País Vasco, Cataluña, Galicia, Baleares, están muy cerca de lo irreversible. La prevalencia de conceptos nacionalsocialistas como raza, lengua, sangre, costumbres y tradiciones, frente a la libertad individual, nos sitúan en el punto de no retorno. Pero no es lo más grave. Lo peor ha sido la elevación de los terroristas a la categoría de interlocutores políticos válidos por parte del Gobierno del Sr. Zapatero. Todo ello aderezado con la complacencia de los nacionalistas, mal llamados "democráticos" que en una perfecta distribución de tareas, se limitan a recoger los frutos del árbol que han agitado los terroristas. ¿Alguien se imagina lo que se estaría diciendo si esto ocurriera bajo un régimen republicano? Ha llegado la hora de convocar a los españoles para refundar en términos nacionales nuestro país. Ha llegado la hora para redefinir las reglas de juego. Ha llegado la hora para recuperar la libertad y los derechos individuales frente a la tribu y las oligarquías partitocráticas.

Ha llegado la hora para que España abrace la III República. República que habrá de ser de concordia, de derechos individuales. Como dijo Azaña: "el mayor mérito en la vida es elevarse con esfuerzo a la grandeza de su destino, sobre todo cuando el destino es inmerecido y cruel".

Nuestro más sentido dolor para la familia del ciudadano Isaías Carrasco.

Garcés