Al principio, la acampada de jóvenes indignados en la Puerta del Sol, solicitando a los partidos mayoritarios que fueran buenos y pidiendo el voto para los partidos pequeños, tenía carácter reaccionario. En nombre de la democracia material inmediata, ese agregado de individuos impacientes de utopía no quería dialogar siquiera con quienes anteponemos la meta de la Libertad políticacolectiva a cualquiera otra reivindicación social. En menos de una semana, esa agregación de mentalidades individuales heterogéneas ha cambiado la naturaleza de la suma. La cantidad ha creado una nueva calidad que no estaba en los sumandos. El rápido crecimiento de los reunidos en contigüidad ha transformado su estado individual en estado de masa, su mentalidad personal en mentalidad colectiva. Lo delataba el cartelito que todos portaban el sábado. “Estamos reflexionando”. Un acto tan personalísimo como el de reflexionar, pasa a ser consigna de grupo. Este fenómeno sucedió varias veces durante la Revolución Francesa. Me remito a las páginas 55 y 56 de mi Teoría Pura de la República.
La potencia del M-15 de mayo es ahora infinitamente superior. El estado de masa del colectivo, aunque todavía no tenga conciencia de ello, tiende a la revolución política de la libertad y no a una imposible revolución social de la igualdad. Lo que hace tan solo seis días no era imaginable, un diálogo entre fines y medios, es decir, entre el MCRC y la Democracia real ya, ahora sí lo es. La concordia y el entendimiento lo facilita el hecho de que el MCRC puede asumir algunas de las reivindicaciones de los indignados (estatalizar las entidades de crédito rescatadas con dinero de los contribuyentes, suprimir las rentas vitalicias de los políticos, prohibir las subvenciones a partidos, sindicatos, creaciones artísticas, expediciones militares), sin desvirtuar su carácter estrictamente político.
Tenemos lo que las masas acampadas por toda España no tienen. Una teoría política de la libertad colectiva, una estrategia y una táctica especialmente concebidas para conquistarla, mediante la apertura de un período de libertad constituyente. Y las masas acampadas tienen lo que a nosotros aún nos falta: energía social y disposición para la acción colectiva inmediata. El MCRC debe tomar conciencia de que la historia lo ha colocado en la posición de vanguardia inteligente del Movimiento 15 de Mayo. El momento no lo hemos elegido. La situación, tampoco. Los líderes políticos no aspiran a jefaturas de cargos futuros. Eso lo desprecian. Sienten la necesidad de guiar el movimiento de las masas hacia objetivos alcanzables de modo pacífico. Así como antes era imprudente unir nuestro nombre con el de M-15 de mayo, ahora la imprudencia está en dejar de intentarlo. Nada podría justificar que dejemos de orientar al M-15 mayo.
Antonio García-Trevijano (23.05.2011)
1 comentario:
Pobre infeliz. Estás muy mal de la cabeza tío
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