22 diciembre, 2008

Fallece Eduardo Vilella Sánchez, hijo de nuestro amigo José Vilella.

(clic en titulo para ver noticia en prensa)
Acababa de subir el post anterior felicitando el año y el teléfono me congela la sangre en las venas. No hay palabras que consuelen tanto dolor. Tan solo cabe el sollozo por una vida apenas vivida, irreversiblemente dilapidada y la solidaridad con una familia cruelmente devastada.
Hoy, entre la bulla de la lotería y las felicitaciones de rigor, el corazón de los miembros del CR3 está de luto. No me queda ánimo ni para blasfemar...
Lo dicho, no hay palabras.

Feliz año nuevo



El CR3 desea muchas felicidades a todos los visitantes de este blog, sean o no republicanos.

13 diciembre, 2008

05 diciembre, 2008

La coña de España

Pues, a mí me gusta la magia que Barceló tiene en la punta de sus dedos y me place sobremanera su forma de mostrarla al común de los mortales. En cuanto a la supuesta chapuza: ¡Ánimo Benito!

13 noviembre, 2008

In Memoriam



El Secretario General de IR, Jorge Leboreiro Amaro, falleció repentinamente ayer, 12 de noviembre, de un infarto de miocardio. Jorge Leboreiro, de 49 años, era profesor de enseñanza secundaria en un instituto de Madrid. Había ingresado en Izquierda Republicana en 1998, y fue elegido Secretario General de IR en el XVIII Congreso Federal del partido celebrado en octubre de 2007. Descanse en paz.

30 octubre, 2008

Caramba

El profesor D. Jesús Neira ha salido del coma y continúa su proceso de recuperación. El CR3 se congratula por tan magnífica noticia.




Chapeau Sr. Alcalde!


07 octubre, 2008

Tertulia Política de la Hora del Taxi

Este miércoles 8 de octubre de 15:00 a 16:30 acudirá Pedro López Arriba a la tertulia de actualidad política de la Hora del Taxi, en el 107.0 de Radio Libertad FM.

16 septiembre, 2008

Adios Richard



Reposa en el panteón de la memoria de los millones de personas que amamos su música.

06 septiembre, 2008

Debate presupuestario


Presupuestos y Parlamento

El período de sesiones de las Cortes se inicia con la incógnita sobre la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado que, a causa de la parálisis económica, tendrán que ser muy distintos de los aprobados los últimos años. Hay quienes aventuran una prórroga de los presupuestos de 2008 sin más y, lo que es peor, sin hablar de las consecuencias políticas que se derivarían de ello en un régimen parlamentario, la principal de las cuales sería la dimisión del gobierno. Eso da idea de la escasa calidad de la democracia española.

A pesar de su definición constitucional como monarquía parlamentaria, el régimen de la Transición ha venido funcionando como un sistema pseudo presidencialista en el que el Congreso de los Diputados tiene escasa iniciativa y va a remolque del gobierno de turno. La fiscalización del gobierno es complicada, lo que la condena en la mayoría de las ocasiones a la esterilidad. El ejemplo de eso es que no ha habido ni un solo caso de jefe de gobierno o ministro que haya dimitido por causa de una iniciativa parlamentaria. Como tampoco ha habido casos, al menos significativos, de diputados que hayan contravenido la disciplina de partido.

En mi opinión, las causas principales de esta situación son el poder omnímodo de los dirigentes de los partidos políticos y la institución de la moción de censura constructiva que establece la Constitución. Según esta, solo se puede censurar al gobierno si se presenta un candidato a la jefatura del mismo, que obtenga la mayoría absoluta de la Cámara. Con la excusa de defender a España de la "inestabilidad gubernamental" se creó una coraza alrededor del poder ejecutivo en perjuicio de la labor del Parlamento. Además, se ha transmitido la idea falsa de que la moción de censura solo se justifica si prospera, tratando de desacreditar cualquier intento de utilización de la misma, si no se cuenta con la mayoría suficiente para aprobarla. Es una de las tantas mistificaciones que abundan en la política española.

De esta forma hemos asistido a la permanencia de gobiernos sin apoyo de la mayoría parlamentaria, por la imposibilidad de que esa mayoría pudiera proponer un candidato a la jefatura del gobierno. Como a su vez, la jefatura del Estado no tiene origen democrático, carece de iniciativa alguna en la materia. La rigidez del sistema conduce a que sea el jefe del gobierno el epicentro del mismo: el resto de las instituciones aletean a su alrededor con escasa fe en sus propias capacidades.

En estos momentos, el gobierno se encuentra atrapado con los compromisos legales e institucionales que no puede cumplir, como es el caso del Estatuto de Cataluña, y la crisis económica, que obliga a construir unos presupuestos más serios y austeros que los de los años de bonanza. En el primer caso habría que asumir el error y corregirlo, y en el segundo asunto, los presupuestos, se trataría de adecuarlos a una realidad adversa, lo que implicaría la reordenación del gasto público para que se mantenga dignamente la política social, eliminando todo aquello prescindible o superfluo, tarea a la que habrían de aplicarse todas las administraciones públicas.

Pero, hasta el momento, no se ha oído la menor autocrítica en cuanto a los compromisos asumidos y, en materia presupuestaria, se reitera un mensaje voluntarista con escaso fundamento económico-financiero. Todo ello adobado con la pretensión de ceder más recursos del Estado a las Comunidades Autónomas que, con sus pretensiones, parecen ajenas a las nuevas realidades de la economía española. Es como si en una empresa en crisis los responsables de la misma discutieran los presupuestos de sus departamentos con olvido de la marcha del negocio.

No obstante, cabe esperar que, ante los problemas con que nos enfrentamos, el Congreso de los Diputados salga de su conformismo, adoptando iniciativas encaminadas a ordenar la situación, poniendo al gobierno con los pies en la tierra, sin desdeñar la eventualidad de su sustitución, previa negociación de los grupos parlamentarios para diseñar gobierno y programa, junto con el compromiso de convocar elecciones generales en un plazo no superior a dos años, que sería el tiempo mínimo necesario para conjurar los efectos más negativos de la crisis económica y adoptar las medidas legales indispensables para dotar de eficacia al poder público.

El Parlamento, que es constitucionalmente la máxima representación de la soberanía nacional, podría contribuir así a restaurar la confianza de los españoles, haciendo uso de facultades un tanto olvidadas con respeto exquisito a los principios de la democracia parlamentaria.

Manuel Muela (Presidente del CIERE)

Artículo publicado en "El Confidencial.com"

28 julio, 2008

¡Óle los toreros güenos!


Por su donosura, transcribo este artículo de Ácratas :

sábado 26 de julio de 2008
EL ABRAZO DE MITROFÁN

Los capetos no podían haber tenido mejor representante que este entrañable servidor de la patria, la patria suya, entiéndase. Cuando no está repartiendo abrazos a osos borrachos en Rumanía, nos lo encontramos ejerciendo eso que los periochistes, servidores de la partitocracia, llaman su profesión; la de él y la de su dilecta esposa, consorte-florero: la diplomacia —se abre un silencio en señal de pasmo y respeto... ya podemos cerrar las bocas. Amén—.

La verdad es que, en Ácratas, no podemos más que estar admirados con este rey que nos han regalado. No lo decimos sólo por adonde ha llegado siendo medio tonto, como acertadamente lo definiera Antonio García Trevijano en una conferencia en Totana, ni por su reconocida colección de trofeos cinegéticos, con especial reseña del subapartado puteril; no, lo que nos mueve al aplauso y al desmedido piropeo es la forma en como se ha labrado este tío, el tiíto Juanca, la fama de campechanía y buen rollito mientras se hacía un fortunón arramplando con todo lo que le salía al paso. Algo que está bien documentado en el libro de Jesús Cacho, "El negocio de la libertad", imprescindible manual del perfecto borboneador. Ante tal dossier de correrías regias, el silencio cómplice de la prensa oficial, sin embargo, no nos extraña: con las cosas de comer no se juega. Lo que sí nos mueve a la reflexión es la disposición del pueblo, por segunda vez, a entonar a coro el "vivan las caenas". ¿Será que, como dicen los putrefactos de la corte monclovita, el español es juancarlista, como antes fué fernandista-septimista y lo será felipista-sextista?

Nada, ni caso a los pelotíferos corifeos; harían mejor en cuidarse de los abrazos tiernos del Juanca, y llevarse la mano al bolsillo si no quieren terminar conjugando el verbo borbonear en la forma pasiva. Miren cómo dejó si no a esos herederos del duque de Hernani, ejemplares cortesanos. Entre abrazo y abrazo, un óleo por aquí, un documento falsificado por allá, y la colección del duque al buche del capeto. Unos cientos de milloncejos más para sus reales banqueros, y los otrora grandes convertidos en bajeza de España. Si es que es de una campechanía tan arrebatadora que no conoce de etiquetas ni formalidades, si no que se lo pregunten a sus amigos, los de la Rosa, Mario Conde, Colón de Carvajal, Manuel Prado, los KIOs y tantos y tantos factoctum de ocasión y rebaja. Por cierto, ¿ubi sunt?

No, Juanca S.A. (JSA) sabe muy bien lo que se hace y ha aprendido cada vez mejor a guardarse la ropa, algo que somos los primeros en reconocerle. Ahora que estamos con el peak-oil, que la mayoría de geólogos y geofísicos están de acuerdo en que esto del pétroleo se acaba, convenía que JSA aparcarse el subidón inoportuno de adrenalina y se diera el abracito con el Gorila del Caribe. A 100 dolaracos nos ha dejado el barril el manoseo con el recién amigo de nuestro Mitrofán. Para que luego algunos ingratos nos amenacen con la Tercera. ¿No les basta con quitarnos a la corona diplomática, que encima quieren robarle sus bien merecidas comisiones?

por pepe fernández


05 julio, 2008

“Lenguas fieramente humanas”


Artículo de interés de Fernando Garcia de Cortázar: "Lenguas fieramente humanas".
Publicado en el mes de junio en la revista "El Noticiero de las Ideas", del Grupo Vocento.


En la madrugada del último catorce de mayo el guardia civil Juan Manuel Piñuel era asesinado por ETA en una localidad alavesa, cercana a Vitoria, de nombre desconocido incluso para aquellas generaciones de españoles que habían ejercido su memoria en un bachiller enciclopédico de geografía e historia nacionales. Desde el primer momento, el topónimo Legutiano copó todos los titulares de los periódicos y sólo pasado un tiempo, unos pocos medios rompían la muralla infranqueable del misterio aportando, entre líneas, la vieja denominación de Villarreal de Álava. Entonces algunos ciudadanos avisados recordaron que desde la Transición política de 1977 los poderes locales y el nacionalismo asfixiante venían dedicándose a mutilar la historia y corromper la geografía siempre con la excusa de la búsqueda de raíces y la afirmación de purezas. Una de las primeras víctimas del deseo nacionalista de enterrar la historia del País Vasco fue el municipio de Villarreal de Álava , al que en 1980 , de un plumazo , se le cambió el revelador nombre , utilizado durante seis siglos y medio , por el del topónimo latino vasquizado de Legutiano .

La villa de Villarreal de Álava había sido fundada en 1333 por el rey de Castilla Alfonso XI y, dada su estratégica ubicación, fue escenario de diversos enfrentamientos bélicos tanto en la segunda guerra carlista como en la guerra civil. A pesar de que los nacionalistas vascos siempre han pretendido convertir sus derrotas en victorias, el nombre de Villarreal no les debía resultar cómodo. En diciembre de 1936, el ejército vasco, alentado personalmente por el Lehendakari Aguirre, fracasó en su intento de ocupar Villarreal y avanzar desde allí hacia Vitoria y Miranda de Ebro como forma de aliviar la ofensiva de las tropas franquistas contra Madrid. Allí, el vanidoso Aguirre se ganaría el grotesco apelativo de Napoleonchu con el que la derecha vizcaína celebró el desastre de la operación.

Un fantasma recorre España

Rectificar lo tradicional por lo racional fue la consigna y el proyecto de Azaña con la llegada de la República en 1931.Curiosamente, los tradicionalistas del siglo XXI, travestidos de progresistas, desean hacer lo contrario: cambiar lo racional por lo tradicional. Que el mensaje venga de los nacionalistas y los regionalistas se comprenden porque proceden del fondo más rancio del tradicionalismo de toda la vida. Lo que no se entiende es que la izquierda se tome en serio que la modernidad política y cultural pase por satisfacer aspiraciones parecidas a las que tenían los carlistas de hace siglo y medio. Lo que no se entiende es que la modernidad consista en devolver España al Antiguo Régimen, con sus valores, usos y costumbres, rebosantes de salud, bendecidos por los curas domésticos y los caciques locales.

“Hijo, resiste como resistieron los guanches hasta la muerte”. De esta manera infundía ánimos a un concursante canario de Operación Triunfo, amenazado de expulsión, su belicosa madre. La frase, como las canciones que escuchaba Antonio Machado en los labios niños, lleva la historia confusa y clara la pena .Es un eco del rumor poderoso que hoy halla el regionalismo en la educación sentimental de los españoles. Ser canario y guanche, vasco y carlista o nacionalista, catalán y segador o catalanista, gallego e irmandiño o bloqueiro…se ha convertido en una determinación, en una obligación ante la historia de modo que no hay acontecimiento que no se trasforme en una representación melancólica de Wifredos y banderas, bien sea el evento un partido de fútbol, una manifestación contra la reforma universitaria, una protesta contra la guerra o un programa de televisión.

¡Qué drama el de España! Ver siempre frustrada la nación liberal por los integrismos tradicionalistas de toda filiación política y, por supuesto, ver cómo nuestras desdichas se tejen en el telar de las falsas y pintorescas ilusiones de un tiempo imposible. Hace ya muchos años que en sus “Meditaciones del Quijote” Ortega se decía: “¿No es cruel sarcasmo que luego de tres siglos y medio de descarriado vagar, se nos proponga seguir en la tradición nacional? ¡La tradición! La realidad tradicional en España ha consistido en el aniquilamiento progresivo de la posibilidad de España.” Las palabras del filósofo no han envejecido, las actuaciones de los gobiernos autonómicos de uno u otro color no han permitido que envejezcan.

Lo regional, como en el siglo XIX lo nacional, pasa por la historia que no retrocede ante la leyenda, la trivialidad o el error, con tal de que éstos vayan unidos a una representación concreta del pasado. Todo es cuestión de imágenes, de tradiciones propias y genuinas, desde celebraciones festivas a rememoraciones de batallas, viajando por el estómago y la gastronomía. Los historiadores, atrapados en la diagonal que va de la biblioteca al caserío, han inventado el mito y desenterrado antepasados tanto en los conquistados como en los conquistadores. Los poetas, desde la melancólica elegancia de Manuel Machado y su “yo soy como las gentes que a mi tierra vinieron/ soy de la raza mora, vieja amiga del sol” al huracanado viento de Miguel Hernández “asturianos de braveza/ vascos de piedra blindada…” se han llenado la voz cantándolo. Y los políticos, siguiendo una tradición localista que tal vez comienza en 1808 con el labrador Andrés Torrejón, el alcalde de Mostotes y su imponente declaración de guerra a Napoleón, han sabido tejer en nuestra democracia televisada ese haz de relatos y aleluyas.

La primacía de la sangre , que ridiculizaba Cadalso en el siglo XVIII y que todavía llenaba de nostalgias a la nobleza de postín en los tiempos de Franco, ha sido sustituída desde el Estado de las Autonomías por una suerte de linaje territorial que es el único prêt á porter que los políticos han podido vender al pueblo . La exaltación del terruño, la extraña amalgama de consanguinidad y territorialidad , que viene de “ la tierra y los muertos” del ultranacionalista, antidemócrata y antisemita Maurras y se reproduce en el RH negativo de los dirigentes vasquistas, ha cortado la vida de los ciudadanos a la medida de sus regiones , de modo que la primera pregunta que surge entre dos españoles que acaban de conocerse, y que resulta absurda a los ojos de un francés, es si el otro es gallego, o vasco, o catalán, o aragonés, qué guerra perdieron o ganaron y si han “normalizado” ya la lengua de los ancestros.

Oscurecida la idea de España como nación, reacios a identificarse en una historia común, los españoles y sus políticos han inventado una manera de comulgar más atractiva que la de las religiones o las ideologías: la exaltación regional, la resonancia folklórica de un designio descentralizador que desborda los grises fines de la pura reflexión administrativa. Hay en todo ello un anarquismo centrífugo y consumista que se mueve entre la plaza del pueblo, El Corte Inglés y la televisión. Lo que pasa más allá de estos tres casquetes polares del hogar interesa a poquísimos, de ahí que los telediarios dediquen cada vez más espacio a trasmitir las noticias de la aldea o a difundir las opiniones de expertos en ferias, gastronomía, deporte y danzas populares. Los jóvenes de antes soñaban con viajar en el submarino amarillo de los Beatles o vivir elegantemente en la desesperación, a lo Baudelaire o Rimbaud en aquel París bohemio e imposible de Montmartre. Los de ahora ,perdidos en el bucle melancólico que han modelado los nacionalismos de siempre y los regionalismos del Estado de las Autonomías, no saben quién es Baltasar Gracián ni Baudelaire; están en casa atrapados en el cepo de Internet; y ya no sueñan sino con lo verde que un día llegó a ser su valle.

El opio de los pueblos que hoy se expande entre los españoles –lo decía con espíritu y tono proféticos Rafael Sanchez Ferlosio en El País de 1978- no es sino el narcisismo alternativo que el poder central fabricó cuando se dio cuenta de la inutilidad política del narcisismo nacional. El “España y yo somos así, señora”, el joseantoniano “ser español es una de las pocas cosas serias que se pueden ser en el mundo” , el gol de Zarra contra Inglaterra en el mundial de Brasil… son manifestaciones de un narcisismo que había dejado de vender. Al percatarse de ello, Adolfo Suárez pensó que había que recomponer todo el juego de espejos rotos y producir reflejos diferentes para seguir manteniendo al pueblo encandilado con alguna identidad. De los vetustos baúles centralistas, el gestor de la Transición, en funciones de ama de llaves del añejo solar hispano, fue amorosamente rescatando los viejos trajes regionales, el de baturro, el de charro, el de flamenco, el de palles. Mira por donde ha ido a ser en los atuendos regionales donde se ha plasmado el nuevo traje del emperador que caminaba desnudo.

Hace unos años contrariado por la complacencia e incluso la satisfacción con que la opinión pública asistía a la sacralización del terruño y la aldea, Julio Caro Baroja escribía:

Parece que la gente con el autonomismo siente una mayor impresión de libertad. Hablan de las libertades forales, de las leyes de cada reino antes de la Nueva Planta impuesta por Felipe V…Sí, en efecto, con todas esas leyes en Navarra, en Aragón, en Cataluña serían muy libres, pero en las cosas fundamentales desde el Renacimiento, que son la libertad de conciencia del hombre, la de expresión, la de elección…, no sólo no lo eran sino que vivieron cientos de años con la Inquisición y no les importó. Así pues, este formalismo y las clamadas libertades colectivas no comportaban las libertades que quiere y necesita el hombre de hoy, las individuales.

El triunfo de la servidumbre

Pensábamos que la sugestión folklórica de las autonomías iba a ceder a medida que los españoles se curaban el sarampión anticentralista fruto de la paranoia uniformadora del franquismo. Sin embargo, no ha sido así. El fetichismo de la identidad y la autenticidad, la neurosis de primitivismo y la rebusca de la diferencia han hecho crecer la marea regionalista hasta tal punto que amenaza con anegar todo principio de racionalidad política. Gobiernos locales de izquierdas y derechas han descubierto en el regionalismo un anzuelo barato que lanzar a los ríos electorales, e inmunes al ridículo han montado orgullosos los carnavales y bailes de disfraces de sus reinos de taifas, a los que se ha pretendido dotar de conciencia histórica.

“La posteridad no podrá creer que, después de que ya se hubiera hecho la luz, hayamos tenido que vivir de nuevo en medio de tan densa oscuridad.” La frase es de Sebastián Castellio, aquel humanista que protestó ante Calvino por la ejecución de Servet, pero resume a la perfección lo que, a caballo del nacionalismo étnico y los regionalismos ha ocurrido en España donde a la dictadura de un general le ha sucedido la tiranía de la barretina o la muñeira .Frente a la triste situación del régimen anterior, en la que lo cultural era esgrimido para justificar toda una gama de propuestas que iban de lo anacrónico a lo estrambótico, el concepto , en manos de los nacionalistas y sus imitadores, no ha sido aún recuperado para la lucidez y el bienestar intelectual, que en el siglo XXI aparecen connotados con sinónimos como toma de conciencia avanzada, contraste de ideas, integración de comunicación social y ausencia de particularismos.

Error de la Transición de Suárez, que luego nadie pondría empeño en reparar, fue entregar a las Comunidades Autónomas la palanca ideológica de la historia, renunciando el Estado al principal instrumento de nacionalización del imaginario y formación de ciudadanos. La indigencia del pensamiento político español de esos años, en torno al hecho nacional, tendría graves consecuencias pues se regaló el pasado a las Autonomías y éstas se lo quedaron. En manos regionales, un sistema educativo aparentemente neutro dejó de hacer ciudadanos españoles para hacer catalanes, vascos, andaluces, valencianos, gallegos… pero en ocasiones, a costa de convertir en antagónicas dichas identidades. Y siempre con la ayuda de una gigantesca manipulación de los libros de texto, a mayor gloria de la Consejería de Educación, encargada de supervisarlos. Los nacionalismos a pesar de su esencialismo tuvieron muy claro desde siempre que sus naciones no podían darse por sentado sino que habían que construirse .Recuérdense los constantes llamamientos de Jordi Pujol a “hacer Cataluña” o los de Arzalluz “primero hacer pueblo, luego la independencia”.

Se nos pasó la juventud y los años corriendo delante de los grises, imaginando una tierra sin mordazas ni ejecuciones sumarias. Con la muerte de Franco y la Transición ganábamos la libertad y heredábamos la burocracia criminal de ETA y todos los prejuicios identitarios del nacionalismo , dispuesto a acabar con la nación constitucional y a reavivar los renglones más tribales e inhumanos del siglo XX. Resulta desolador pensar que cuando por vez primera en siglos nos ha sido posible disfrutar de un sistema de libertades basado en la igualdad jurídica y en la ciudadanía es cuando más nos hemos volcado en la vindicación de lo primitivo, en la exaltación de un estado de naturaleza en el que se es lo que se es de nacimiento y para siempre, por pertenencia étnica y lingüística , por una especie de pureza ancestral siempre agraviada y, sin embargo, intacta , originada en un tiempo anterior a la historia. Nada más triste que tener que aguantar los esfuerzos por recuperar todo aquello que creíamos enterrado en el sepulcro del Cid :la pureza de sangre, raza, lengua y territorio, la superchería de las peculiaridades y los caracteres socioculturales privativos , la posibilidad de trazar fronteras entre españoles, de diferenciarnos según procedencia regional, de obligarnos a lealtades místicas, de inaugurar un régimen de servilismo, esta vez a supuestas identidades telúricas, cuando nos habíamos librado de otras servidumbres.

A finales del siglo XIX escribió Juan Valera: “A veces por defender la patria, hemos defendido el fanatismo”.En 1937 Manuel Azaña anotó en su diario: “Viviremos o nos enterrarán persuadidos de que nada de esto era lo que había de hacer”. Escribían, Valera y Azaña, desde desilusiones y tiempos separados. El primero escribía tras el colapso de esperanzas que se vivió en la Restauración; el segundo, desatada la barbarie unánime de la guerra civil, con la sospecha de que la sociedad española tal vez no estaba preparada para una trasformación como la intentada por su generación. Equivocadas o no, lo cierto es que en las palabras de ambos temblaba, de fondo, una preocupación en carne viva: que sin escrúpulo ético no existe política ni justicia dignas de tal nombre, que hay una última fibra donde reside el latido de la vida moral que no se puede sacrificar ni a la Patria, ni a la República, ni a la Revolución y esa fibra, esa última frontera, la componen la libertad y los derechos de la persona, la persona concreta, real, la persona con cara y ojos y frente y lengua.

Mientras al gobierno se le llena la boca proclamando su cruzada de defensa de las libertades, éstas se asfixian en las disposiciones de algunas comunidades autónomas que vulneran los derechos individuales cuando despliegan su vocación intervencionista para modelar la sociedad (también le llaman pueblo), eliminar las diferencias y, al mismo tiempo, las disidencias y construir su nación. Lamentablemente, durante los últimos años la debilidad del Estado ha dejado indefensos a millones de ciudadanos, residentes en Cataluña, País Vasco, Galicia, Baleares y Valencia permitiendo a sus autoridades regionales exhibir como “normalización” lingüística lo que ,en realidad , es un deseo de homogeneización contraria al pluralismo social . El término contiene un elemento coactivo evidente: describe un proceso forzoso de planificación cultural implacable que moldea la realidad simulando querer dotarla de normalidad, pero reconociendo la inexistencia de esa misma normalidad en el conjunto de la sociedad, a la que se pueden aplicar las acciones punitivas y reglamentarias de la administración.

Los nacionalismos lingüísticos, cuyo idioma “nacional” es minoritario en los límites de lo que ellos consideran su propia nación recurren a una especie de interpretación justiciera de la historia: la lengua de la nación y, consiguientemente, la extensión de la nación misma, es la antigua lengua perdida. Interpretación singular, a modo de consigna, que, como recuerda Tomás Pérez Vejo, da origen a afirmaciones tan pintorescas como la de un manifiesto del PNV de 1992: “No entendemos al vasco que no ama su lengua, aun cuando la haya perdido”. Quizás la psiquiatría ofrezca alguna explicación de por qué alguien puede considerar su lengua, una lengua que no habla y que nunca ha hablado. De todas formas, esa sorprendente declaración del nacionalismo lingüístico supone una curiosa concepción organicista, en la que el derecho de los muertos prevalece sobre el de los vivos, el mismo que sustenta los pretendidos derechos históricos.

“ Normalización”, es la terrible y amenazadora palabra empleada por los gestores de las comunidades bilingües que no consigue encubrir su decidida voluntad de que la lengua autóctona ocupe todos los ámbitos de la vida oficial y social de la región ,relegando al castellano a un papel secundario de vehículo de comunicación con el resto de España y un nivel similar al que supone el inglés en las relaciones internacionales. Al normalizarse una lengua, se establece un proceso automático de exclusión de la otra. Quien habla la lengua normalizada se ve recompensado; quien no la usa habitualmente, se ve castigado, marginado. Por el contrario, la normalidad con la que muchos de los españoles de las comunidades catalogadas de bilingües –la vasca es monolingüe castellana en su gran mayoría- podían hablar cualquiera de sus dos idiomas ha sido cambiada violentamente por una situación en la que una lengua pasa a considerarse propia (incluso hablan ya de “lengua natural”, como si la otra fuera artificial) y dispone del privilegio de ser la de los medios institucionales y la enseñanza.

Esto se ha visto en la reciente Feria del Libro de Frankfurt: la cultura oficial catalana incluyó producciones subvencionadas que sólo habían sido sometidas al filtro de la lengua autóctona y no al de la calidad, ni al de las leyes del mercado. Y en cambio se dejó en casa a buena parte de la literatura de Cataluña escrita en español, inconcebible fuera del marco geográfico de ésta, como las novelas de Mendoza o Marsé o la poesía de Gil de Biedma. Luego…. los defensores de la normalización, al ser denunciadas las multas lingüísticas a los comercios o la imposibilidad de los padres de educar a sus hijos en el idioma común de los españoles, se revuelven vociferando que no hay guerra de lenguas en Cataluña.¡Claro que no hay conflicto lingüístico en la sociedad catalana, que es mucho más sensata que sus dirigentes… y no lo hay , a pesar de las operaciones discriminatorias y la violación organizada de los derechos individuales que se perpetran desde el poder político!

Aberraciones lingüísticas

Los nacionalismos y asimilados siempre dan por hecho que su proyecto político, incluido el idioma, es un derecho irrenunciable, inalienable, imprescriptible… (Para su exaltación retórica, les gustan las palabras que comienzan por “in” y terminan por “ ble”… Sánchez Ferlosio dixit) No en vano la singularidad cultural, capaz de distinguir entre un “ellos” y un “nosotros”, tan del gusto de los nacionalistas y complementarios, ha encontrado la mejor recompensa en unos usos lingüísticos inmediatamente reconocibles y muy activos para generar sentimientos de solidaridad hacia dentro y disparidad hacia fuera. Además el mensaje de los “normalizadores” y comisarios lingüísticos aparece diáfano: hay una lengua inocente y otra culpable, una que fue oprimida y otra opresora, rivalidad radical que carga de agresividad y sobreexcitación ideológica cualquier debate sobre el bilingüismo. Porque en España hay varias lenguas pero, al parecer, sólo una mala: el español, el castellano. Ésta es la lengua en la que se escribió el último parte de la guerra civil, el fruto de una violencia antigua que comenzaría con Felipe V y llegaría hasta Franco. Plática para descerebrados … Una leyenda que ha servido para que aquiescentes, sumisos o acoquinados se traguen la manteca rancia de los nacionalismos, toda esa zarandaja poética sobre la lengua, el territorio, el pueblo…que si la cogiéramos y donde pone Cataluña, País Vasco, Galicia…escribiésemos España no habría razón ni estómago que la resistiera. “Abandonad ese léxico que viene de Castilla con sabor de moro, olor de sucio judío, de negro y de villano de esas tierras” ordenó, entre otras muchas barbaridades, Sabino Arana, el inventor del nacionalismo vasco.

Las lenguas tienen una finalidad utilitaria pues sirven fundamentalmente para comunicarse aunque, además, sean un innegable, elemento de afirmación cultural, es decir, colectiva. Lejos de ser alma como les gusta decir a muchos poetas, la lengua es puente, mercado. En España esta obviedad no se entiende porque quién más quién menos se va adhiriendo al principio nacionalista, según el cual la lengua no la hablan los ciudadanos sino el territorio, al que además se le concede el derecho de hacerse con hablantes obligatorios .El drama de España es que se ha hecho de la lengua la base objetiva de un principio de adquisición de ciudadanía, de delimitación de pertenencia a una comunidad y en consecuencia de exclusión. Pionero en estas lides, el nacionalismo catalán que tiene ahora ardorosos imitadores en Galicia y Baleares, ha conseguido mermar la libertad mediante el descarado o sibilino, según los casos, control de los medios de comunicación y, rodeado de una oligarquía intelectual a la que premia con medallas y talones , ha conseguido que la cultura, abducida por el idioma ,sufra en Cataluña un progresivo proceso centrípeto gravemente empobrecedor. De resultas de la política lingüística del catalanismo, la universidad pierde intercambios con otros centros españoles y extranjeros mientras a Barcelona le arrebata Madrid su corona como principal centro editor en lengua española.

En aras de la difusión del vascuence, del gallego o del catalán en sus distintas variantes se cometen verdaderos despropósitos y agresiones a la libertad de los ciudadanos, quemándose dinero de todos y las energías de muchos, pero la respuesta al continuo desatino es pequeña porque en ese ámbito no valen razonamientos, dada la visceralidad y emociones que rodean su aprendizaje e implantación. Las cruzadas lingüísticas de los nacionalistas arrasan con los presupuestos. La Generalitat catalana invertirá este año en Política Lingüística 42 millones de euros, el doble que en 2007, mientras que Baleares gastará más de seis y la Xunta gallega alrededor de 23. Dinero público para que no se hable en castellano. Es un ámbito, el lingüístico, donde la libertad individual y la igualdad jurídica tranquilamente se sacrifican a la difusión del idioma, revestido de altísima significación patriótica. No obstante, distintas plataformas cívicas que se mueven entre la clandestinidad y el heroísmo en el País Vasco, Cataluña, Galicia y Baleares mantienen viva la llama de la libertad lingüística en unos territorios donde la democracia y la razón se pervierten a golpe de anacronismo e ilegalidad. Por desgracia éste es el ecosistema cultural en el que transitan muchos españoles. O escriben en una lengua “normalizada” o deben renunciar a los honores. O comparten una lealtad telúrica o quedan desposeídos de sus propias raíces. Y todo ello en medio de un comportamiento ciudadano sumiso y aturdido.

Entre los instrumentos de acomodación de una sociedad a un régimen o entidad política suelen destacarse el interés, la ignorancia y el miedo. Los tres mecanismos han jugado a favor del modelo nacionalista y de las excentricidades lingüísticas. Pero no sólo en el País Vasco, donde la producción del miedo es la principal actividad de esa denominada izquierda abertzale, el frente político de ETA, que ofrece ruedas de prensa y amenaza, sector , por sector , a profesores , periodistas , jueces , concejales. Y de vez en cuando ETA asesina a alguien para dejar claro que la amenaza puede cumplirse. Afirmaciones y ejecutorias del nacionalismo, también en Cataluña y Galicia, que ellas solas servirían para definir el intervencionismo sobrepasado de un gobierno o su carácter totalitario apenas si producen escándalo. Y no lo producen porque el miedo, la coacción, la pusilanimidad o el fanatismo han llegado a sofocar cualquier percepción crítica de lo que realmente está pasando. Tantos años de violencia lingüística e imposición del imaginario regionalista han embotado la sensibilidad de muchos ciudadanos, incapaces de advertir el carácter profundamente antidemocrático de no pocas políticas de implantación del idioma, al margen de lo que realmente se habla. Ciudadanos voluntaristas que han decidido -sea cual fuere su conocimiento del idioma- que el vascuence, el catalán o el gallego es su lengua y que en ese terreno todo vale hasta incluso la intromisión de los poderes públicos en los usos privados.

La conservación lingüística se impone como una prestación personal, como un gozoso sacrificio que los nacionalistas exigen sin discusión ante el altar de la patria naciente, por lo que cualquier aberración o despilfarro en sus medios de fomento - y los ha habido muchos y variados en estos años - está justificado. El empleo de la lengua y de esa parte de la cultura, considerada vasca, catalana o gallega, para mercadear un trato singular de la administración central, reporta a los nacionalistas una ventaja añadida: permite reclutar una burocracia agradecida de profesores y filólogos –muchos líderes, consejeros de la Generalitat o la Xunta de Galicia y militantes de ERC y BNG lo son- y traductores propagandistas , instalados en el escalafón funcionarial , que viven del presupuesto público y cuyo porvenir profesional se vincula indefectiblemente al triunfo del nacionalismo y de las políticas de “normalización”. Las cuantiosas sumas empleadas en éstas dan para mantener una abundante clientela adicta al régimen que acude presurosa en su defensa cuando llegan las elecciones.

Hasta hace poco, las noticias de las atrocidades lingüísticas y de los atentados contra los derechos de los castellanoparlantes llegaban, fundamentalmente del País Vasco y Cataluña pero desde el cambio de gobierno en Galicia y Baleares estas comunidades se han incorporado al aquelarre. Ya no podrá hablase en Galicia de la paz de los cementerios, ya que, a juicio de Lobeira, diputado nacionalista del parlamento autonómico, reflejan la existencia en la Comunidad de un «conflicto lingüístico» por la presencia masiva de lápidas y epitafios en castellano. “Ni vivos ni muertos nos respetan el derecho democrático a usar nuestra lengua”, proclamó ese prohombre de los derechos lingüísticos, que pidió salvaguardar el gallego en las tumbas para que en caso de apocalipsis nuclear la civilización superviviente viese que la lengua de los juglares Xoan Zorro, Meendiño o Martín Codax y la empleada también por Alfonso X, el Sabio en sus composiciones poéticas (estas referencias históricas no pertenecen a su discurso) era una realidad social. En su estrategia de inmersión lingüística exigió también que los fabricantes de muñecas y videojuegos les hicieran hablar en gallego y que los rostros conocidos y los dirigentes políticos galleguizaran nombres y apellidos para dar ejemplo de amor a la lengua. En el verano de 2006 Galicia sufrió una de las más destructivas olas de incendios de su historia reciente. Los efectos devastadores del fuego sensibilizaron entonces a una parte de la opinión pública que airearon la exigencia de la Xunta -tras la formación del bipartito de socialistas y galleguistas- de acreditar con un título el dominio del gallego para poder ejercer como bombero.

A situación parecida de agresión a la lengua común de los españoles se ha llegado en Baleares sin haber gobernado jamás los nacionalistas, que sólo tienen un diez por ciento de respaldo electoral. La Ley de Normalización Lingüística de 1986 así como el Decreto de uso de la lengua catalana en los centros educativos no universitarios fueron aprobadas por gobiernos del Partido Popular de Baleares. El PSOE, en coalición con cinco pequeños partidos, no ha tenido necesidad de aprobar ninguna ley nueva, simplemente está interpretando y desarrollando al máximo las ya aprobadas por el PP. En abril de este año el gobierno balear lanzó una agresiva campaña destinada a sustituir el bilingüismo en las islas por un predominio absoluto del catalán, en detrimento del castellano, idioma - que no se disimula- debe quedar subordinado a un papel completamente secundario. Y lo que, en pleno siglo XXI después de un largo itinerario de asunción de los derechos individuales, resulta aún más sobrecogedor de la campaña es que reglamentara la libertad de utilizar el idioma que se prefiera “en el ámbito personal e informal”.

Manuel Azaña pensaba que los únicos hombres firmes en sus deberes son los que no ceden en sus derechos. Con mayor razón, tampoco podemos nosotros ceder nada en nuestros derechos lingüísticos frente a quien considera más importante el color de una bandera, hecha de nacionalismo cultural y manipulación política, que el color de la ciudadanía. Se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo, dejó escrito Abraham Lincoln. Mi optimismo ante el pasaje futuro de las lenguas España arranca de la convicción de uno de los fundadores de la democracia , aplicado ahora a una práctica política de chantajes identitarios , que juega con las cartas marcadas. En nuestro paraíso políglota , es de esperar que , con el tiempo y los golpes , los españoles saquemos alguna lección del cuento de Saroyan , de su protagonista ,un asirio , que en inglés , en una barbería de San Francisco , dice que nació en la madre patria pero que quiere olvidarlo, como quiere olvidar aquella lengua , porque de nada sirve engañarse , porque los asirios son un tema de historia antigua , porque una vez, sí , fueron un pueblo importante , pero eso había sido ayer, anteayer y no tenía ningún sentido lamentarse. En su voz no habla la liviandad romántica, ni el anacronismo, habla la historia y el sentido común “ Por qué –dice –debería aprender a leer nuestra lengua? No tenemos escritores, ni noticias”.

Fernando García de Cortázar.
Catedrático de Historia Contemporánea
Universidad de Deusto

17 junio, 2008

Volviendo a lo nuestro...


Hecho el paréntesis cinematográfico en apoyo de nuestros compañeros "perjudicados" por diversas causas y establecido el apartado "vete al cine", que se encuentra en la parte derecha del blog, volvemos al debate republicano con el siguiente artículo:

La necesaria república

Más de 30 años después de la restauración borbónica en España, empieza a surgir un creciente movimiento republicano que cuestiona el sistema político vigente. Cada vez es más habitual ver banderas tricolores en la calle, empiezan a surgir diversas plataformas ciudadanas por la república, se empiezan a ver protestas simbólicas contra la monarquía, empieza a haber incluso cierta iniciativa dentro de la propia clase política como la red de municipios por la tercera república, etc. Pero cabe preguntarse si este movimiento (aparentemente aún minoritario) responde a una necesidad real de nuestro país o si más bien se trata de una cuestión puramente idealista de unos pocos republicanos nostálgicos.


República vs. Monarquía

Según el diccionario de la Real Academia Española república es la organización del Estado cuya máxima autoridad es elegida por los ciudadanos o por el parlamento para un período determinado. Es decir, a diferencia de una monarquía, en una república el jefe de Estado es elegido democráticamente por el pueblo. Esta “insignificante” diferencia significa que nadie hereda legalmente ningún privilegio por el simple hecho de nacer en una familia concreta. En una república TODOS los ciudadanos son iguales, al menos en teoría, ante el Estado. Es evidente que la institución monárquica es intrínsecamente injusta y antidemocrática. Es muy difícil defender la monarquía como institución con la razón. Según dice Luís María Ansón (conocido monárquico y ex director del ABC) "las razones de la república las comprende cualquiera, las razones a favor de la monarquía hereditaria requieren un estudio riguroso así como una considerable disciplina mental".

La república (del latín res publica, es decir cosa publica) es un sistema político en el que el jefe de Estado, a diferencia de la monarquía, no accede al cargo por leyes hereditarias, sino por voluntad popular, expresada en el voto directo de los ciudadanos o en el de los representantes por ellos elegidos. El periodo de su mandato, siempre limitado, está determinado por la Constitución.
Si el jefe de Estado es al mismo tiempo el jefe de gobierno, se dice que la república tiene un sistema de gobierno presidencial (por ejemplo Estados Unidos). En los sistemas de gobierno semipresidenciales (por ejemplo Francia), el jefe de Estado no es la misma persona que el jefe de gobierno, el primero tiene también ciertas competencias del poder ejecutivo (en política exterior normalmente), mientras el primer ministro asume las competencias de política interior. En una república parlamentaria, el jefe de Estado es elegido por el parlamento (por ejemplo: Alemania).

Aunque, teóricamente, la república hace referencia a que la soberanía reside en el pueblo de forma democrática, en la práctica, el concepto república se lo pueden atribuir Estados que simplemente no adopten una forma de monarquía, incluyendo en ocasiones Estados con sistemas totalitarios, oligarquías o dictaduras.

La monarquía es una forma de gobierno en la que el poder supremo corresponde con carácter vitalicio a un príncipe, designado generalmente según el orden hereditario y a veces por elección (como sucedió con el rey Juan Carlos I). Hoy en día, podemos decir que hay dos tipos de monarquías: la monarquía absoluta, aquella en la que el rey es titular del poder soberano y personifica todos los poderes del Estado (legislativo, ejecutivo y judicial), sin que exista limite constitucional alguno, es decir, una dictadura (por ejemplo: Arabia Saudí); y la monarquía constitucional (o parlamentaria), aquella que limita el poder del rey a ser la encarnación del Estado del que es jefe, y estipula su sometimiento a la Constitución; el poder recae en el pueblo que ejerce la soberanía a través de sus representantes en el parlamento y del gobierno (por ejemplo: España).

La monarquía en España

Mucha gente, aún admitiendo que es más lógico y justo el sistema republicano, asume que la monarquía que tenemos actualmente en nuestro país es beneficiosa y que no es necesario ni siquiera su replanteamiento. Es difícil encontrar personas que se declaren abiertamente “monárquicas” pero, sin embargo, abundan los “JuanCarlistas”. En esencia se defiende la institución por la persona que ocupa el cargo en la actualidad, en base a su supuesta buena imagen (imagen transmitida por supuesto por los medios de comunicación “oficiales”). Esto desde luego no podría ocurrir en una república porque en ésta la institución no se justifica por el uso que haga de ella una persona concreta. ¿Pero y si la imagen que tenemos de nuestro rey dista de la realidad? ¿Y si no es tan “bueno” como nos lo pintan? El argumento principal de los que defienden al actual monarca es que “salvó la democracia” en su intervención en contra de los golpistas del 23-F. Nuestro rey “se ganó el puesto” ese día. Pero aún hoy en día, existen muchos puntos oscuros en ese trascendental suceso que no se han aclarado suficientemente. Si uno indaga por Internet puede descubrir informaciones muy preocupantes (y desconocidas para la mayor parte de la población) acerca de nuestro actual rey. Se dice que su familia ha acumulado una fortuna difícil de justificar en base al “sueldo oficial” del monarca, se habla de un presunto escándalo de robo de una colección de pinturas a la familia del duque de Hernani (que ha interpuesto querella criminal contra la familia Real por robo y estafa), existen versiones distintas de la oficial que afirman que el rey estuvo detrás del golpe de Estado del 23-F para salvar su puesto y su persona, hay una biografía no autorizada (“Un Rey golpe a golpe”) que nos proporciona una imagen muy distinta de la “oficial”, etc. Se dice que si los medios de comunicación estuvieran hablando sobre las actividades de nuestro rey durante un fin de semana, España se haría republicana al lunes siguiente. Todo esto desde luego suena muy preocupante pero también hay que tomarse con precaución toda información que no es posible verificar (tanto la “oficial” como la “extra-oficial”). Sin embargo, el incidente del rey en la cumbre iberoamericana puso en evidencia la férrea censura que tienen nuestros medios de comunicación hasta el punto de que ante un error más que evidente no hubo casi ninguna crítica en dichos medios y el tratamiento “informativo” del mismo no permitió prácticamente contrastar distintas versiones. Después de ver cómo las noticias relacionadas con el tema república/monarquía son sistemáticamente obviadas por la mayor parte de los medios de comunicación masivos, de ver cómo se cierran programas de televisión que se atreven a insinuar ciertas cuestiones sobre la Casa Real,… lo mínimo que uno puede hacer es tomarse con mucha prudencia la imagen que nos han transmitido hasta ahora de Juan Carlos I.

Pero al margen de la opinión que tengamos de nuestro actual monarca (opinión que puede pasar de un extremo al otro en función de la información de que dispongamos y de la “fe” que depositemos en ella), hay ciertos hechos objetivos que cualquiera puede comprobar fácilmente:

1. El rey fue coronado por Franco, no juró nunca la Constitución de 1978 sino que se limitó a firmar su promulgación y sin embargo sí juró los principios del movimiento franquista.

2. El régimen franquista sigue siendo legal en la actualidad en España (en otros países europeos se declararon ilegales anteriores regímenes dictatoriales, por ejemplo el régimen nazi en Alemania).

3. La monarquía fue impuesta por el régimen dictatorial anterior y semi-impuesta en un referéndum en el que no se planteó ninguna otra opción (en particular la opción republicana no existió y no aprobar la Constitución suponía no avanzar en democracia en ese momento). Se obligó a aceptar conjuntamente democracia y monarquía.

4. En el artículo 56 apartado 3 de la Constitución se dice "La persona del rey de España es inviolable y no está sujeta a responsabilidad." Es decir, el rey no tiene ninguna responsabilidad legal de sus actos, el rey está por encima de la ley, a diferencia de cualquier otro ciudadano de nuestro país y a diferencia por ejemplo del presidente de la república francesa (en la Constitución francesa el presidente de la república no tiene este privilegio). La ley básica de nuestro Estado atenta contra el principio BÁSICO de igualdad ante la ley de TODOS los ciudadanos.

5. El rey no se somete a ningún control (ni por el poder político ni por la prensa) y por tanto no se puede saber con certeza sus actividades. No se puede saber con seguridad si está haciendo buen uso de su cargo. No se puede saber si ha abusado de su privilegio de impunidad legal.

6. La Casa Real es poco transparente y desde luego mucho más opaca que las monarquías de nuestro entorno (por ejemplo no fue posible saber ni siquiera el coste de la boda Real en España, a diferencia de otros países europeos).

7. No es posible ver en los medios de comunicación masivos críticas serias y razonadas a la monarquía ni debates sobre el modelo de Estado (república/monarquía). La monarquía sigue siendo un tema tabú en la prensa española.

Argumentos “monárquicos”

Cuando se debate con “monárquicos”, es decir con “JuanCarlistas”, éstos suelen usar los siguientes argumentos (las siguientes falacias) para defender la institución actual:

1. El pueblo español ya se pronunció y eligió monarquía.

Sin embargo, el rey fue coronado por el franquismo, fue impuesto por el anterior régimen dictatorial. Las condiciones en que se hizo el referéndum de la Constitución de 1978 fueron muy especiales (estábamos en plena Transición en un momento muy delicado e inestable, veníamos de una dictadura y desde luego aún no estábamos en una democracia y prácticamente no había otra solución más que aceptar la Constitución tal como venía). Además no se plantearon todas las opciones posibles, no se dio opción a la república. Se trató más de un “chantaje” que de una libre elección: o democracia con monarquía o franquismo sin Franco.
La Transición se hizo desde la imposición de un bando al otro (quizás porque no hubo más remedio en ese momento) y eso hay que terminar de “corregirlo” para que el pueblo pueda elegir libremente y en igualdad de condiciones el tipo de régimen que desea para nuestro país. Hay que terminar de hacer la Transición y tarde o pronto habrá que hacer un referéndum para que el pueblo se pronuncie explícitamente sobre si desea monarquía o república. La historia juzgará el papel que ha hecho la monarquía en la Transición, pero ya han pasado más de 30 años y ya va siendo hora de “pasar página”. ¿Y qué mejor manera de zanjar la Transición que plantear un referéndum para que el pueblo español elija por fin democráticamente entre república y monarquía, para olvidarnos ya del pasado, mirar hacia adelante y que ya no necesitemos hablar de "memoria histórica"? ¿Y si ganara la monarquía, qué mejor manera de legitimarla por completo y evitar su cuestionamiento?
Incluso el decir que así se decidió en su día y que ahora hay que aguantarse con esa decisión "eternamente", es poco democrático (aún sin tener en cuenta los argumentos anteriores), por supuesto que no se trata de volver a decidir sobre lo mismo constantemente, sino no podríamos funcionar, pero tampoco se puede evitar replantear ciertas cuestiones cada cierto tiempo (prudencial), sino nunca cambiaríamos.
Además el que haya sido elegida de forma democrática la monarquía, no significa que ésta lo sea. Elegir de forma democrática algo no lo convierte automáticamente en democrático. Hay que distinguir entre el método democrático de tomar una decisión y la propia decisión (que puede ser democrática o no). Por ejemplo elegir de forma democrática una dictadura no convertiría a ésta última en una democracia.

2. La monarquía española es más barata que muchas repúblicas de nuestro alrededor

Respecto de los costes de la Casa Real en España, según la Wikipedia:

Los presupuestos generales del Estado contemplan una partida específica para hacer frente a los gastos de la Casa Real. Para el año 2007 se han presupuestado 8,28 millones de euros, a los que se deben adicionar otros 5,82 millones por "apoyo a la gestión administrativa de la Jefatura del Estado".

Dicho presupuesto no necesita ser justificado y, por disposición constitucional, es de libre disposición del monarca, quien también nombrará al personal militar y civil a su cargo.
Gran parte de los gastos no corren a cuenta de esa partida presupuestaria pues son asumidos por diversos ministerios del Estado, por ejemplo, "Patrimonio Nacional" asume el gasto de mantenimiento de los palacios (incluidos luz y agua) y también del parque móvil de la Casa Real, compuesto por 60 vehículos; la gasolina depende del Ministerio de Hacienda y los viajes al extranjero son sufragados por el Ministerio de Asuntos Exteriores. Esto eleva los gastos de la Monarquía, en la práctica, a casi 25 millones , incluyendo los gastos de desplazamientos, el mantenimiento de bienes muebles e inmuebles y el salario de los 130 funcionarios al servicio de la Jefatura de Estado."
Sin embargo, cuando se compara el coste de nuestra monarquía con los gastos de las repúblicas de países vecinos, no hay que caer en el error de hacer comparaciones directas e inmediatas de las instituciones. Por ejemplo, el presidente de la república francesa tiene algunas atribuciones parecidas al rey de España y además atribuciones del presidente de gobierno y de algunos ministerios de nuestro país. Por esto los gastos de la jefatura de Estado de la república francesa y los gastos de la jefatura de Estado de la monarquía española no se pueden comparar directa y fácilmente, porque no están asignados o distribuidos de la misma forma, porque ambos jefes de Estado tienen distintas competencias. Lo que sí se puede comparar directamente son los sueldos de los jefes de Estado así como los sueldos del primer ministro francés y del presidente de gobierno español.
El sueldo del presidente de la república francesa es de 240.000 euros (de hecho le hicieron una sustancial y polémica subida porque cobraba bastante menos que el primer ministro) frente a los más de 8 millones de euros de nuestro rey. Es decir, el rey español gana mucho más que el presidente de la república francesa a pesar de tener muchas menos responsabilidades. Además hay que tener en cuenta que el nivel de vida en Francia es más caro que en España con lo que además de ser en términos absolutos más cara nuestra monarquía, en términos relativos aún más. Por ejemplo en España el presidente de gobierno cobra 89.303,28 euros y en Francia el primer ministro (cargo equivalente) 240.000 euros. A esto hay que añadir los regalos que le hacen grandes empresarios a nuestro rey (no se sabe muy bien porqué y desde luego da que pensar, y no precisamente bien), gastos en las bodas Reales (no se sabe quién pagó todo el despliegue policial que hubo en Madrid, por ejemplo), etc; que suponen costes indirectos para la población española, cosa que no ocurre en Francia.

3. Es mejor que haya un rey (que no tenga que ver con los partidos políticos) porque así el jefe de Estado es imparcial

Sin embargo, nunca puede asegurarse que un rey sea imparcial por el simple hecho de no pertenecer a un partido político. De hecho, según la biografía no autorizada Un Rey golpe a golpe, nuestro rey no se ha caracterizado precisamente por su imparcialidad (hay pruebas documentadas que demuestran que el Rey pidió 10 millones de dólares para financiar a la UCD, Adolfo Suárez dimitió, entre otras razones, por desavenencias con su majestad, etc.). De hecho, las polémicas declaraciones que hizo el rey sobre Zapatero rompen la imagen de imparcialidad que “oficialmente” nos habían transmitido hasta ese momento.
Además dicha imparcialidad no es necesaria cuando prácticamente el jefe de Estado es simbólico y no tiene casi ninguna responsabilidad política (como al menos ocurre “oficialmente” en nuestro país).
Además la función de un jefe de Estado no es ser imparcial, no es ejercer de “árbitro” en la política interna de su país, sino que es la de representar a su país ante el resto del mundo y en algunos casos (en las repúblicas presidenciales o semipresidenciales) aplicar cierta política (correspondiente al programa electoral refrendado por las urnas).
Por otro lado, la libertad conlleva una responsabilidad y tenemos que aprender a usarla sin "tutelajes" sino nunca seremos libres de verdad. La figura de un “padre” del Estado que ejerza de “árbitro” imparcial es un signo de debilidad democrática porque la democracia no necesita de “tutores” o “guardianes” sino de mecanismos legales que la garanticen, mecanismos que no deben depender de ninguna persona en particular.

4. Un rey está siempre más preparado y al no depender de una reelección actúa de forma más honrada

Sin embargo, es obvio que una persona que no tiene el cargo garantizado y que debe "luchar" por llegar a él y mantenerlo, en general, siempre está más preparada que otra persona que sabe que el cargo es suyo para siempre por el simple hecho de tener cierto apellido. El error que cometió nuestro rey en la cumbre iberoamericana es inaudito, y desde luego no habla muy bien de sus aptitudes ni de su preparación. Y el hecho de que no tenga que rendir cuentas (ni legales ni políticas) fomenta comportamientos indeseables. Algunos de los pilares de la democracia, como la separación de los poderes para su mutuo control y la elección democrática de los cargos públicos, existen precisamente para evitar los abusos de poder porque se parte del supuesto de que si no se establecen dichos mecanismos es muy probable que se produzcan comportamientos deshonrosos.

5. El rey tiene un poder político nulo.

Sin embargo, en la Constitución se establecen una serie de poderes que en teoría el rey puede ejercer en cualquier momento (jefe de las fuerzas armadas, garante de la unidad de la nación, sanción de las leyes, etc). ¿Si el rey tiene tan poco poder cómo puede explicarse que según los que lo defienden “salvara la democracia”, desmontando el golpe de Estado del 23-F? ¿Y en todo caso, si no hace nada entonces para qué tenerle? El incidente en la cumbre iberoamericana pone en duda la imagen que nos han transmitido hasta ahora del monarca y hace dudar sobre su verdadero papel en la política española. Según sus biografías (“oficiales” y no autorizadas) fue el protagonista de la Transición.

6. El rey es impune pero no ha abusado de dicho privilegio.

Sin embargo, como no hay transparencia informativa respecto de las actividades del rey no podemos asegurar con certeza que su inviolabilidad e impunidad no sean YA un problema. De hecho según la biografía no autorizada Un Rey golpe a golpe don Juan Carlos está aprovechando dicha impunidad para enriquecerse personalmente y está relacionado (aunque no se ha demostrado hasta ahora) con algunos de los principales casos de corrupción que se han producido a lo largo de su reinado. De hecho, el alcalde de Puerto Real José Antonio Barroso ha denunciado públicamente la naturaleza corrupta del rey y ha afirmado que tiene documentos escritos que demuestran sus acusaciones y que está dispuesto a responder ante los tribunales por sus declaraciones hasta las últimas consecuencias. Incluso es “vox populi” que nuestro rey se ha rodeado de una “corte” de empresarios que le han hecho numerosos regalos (coches, barcos, etc). Esto da mucho que pensar porque normalmente nadie regala nada gratuitamente. Y el incidente con Chávez plantea serias dudas sobre los verdaderos intereses del rey en defender por un lado a Aznar (que apoyó una guerra en la que el petróleo fue una de las claves) y por otro lado a las empresas españolas que invierten en Latinoamérica.

7. Da igual que el rey sea impune en la teoría, en la práctica también lo son los políticos y los poderosos.

En teoría somos todos iguales ante la ley salvo el rey (que está por encima de ella). En la república francesa TODOS son iguales ante la ley (incluido el presidente de la república). En la práctica ya es otra cosa, desgraciadamente, pero si en teoría ya se reconoce que hay alguien por encima de la ley pues eso ya es el colmo. Para que haya justicia debe haber una ley justa y debe aplicarse de forma justa, pero si la ley ya es injusta entonces es imposible que haya justicia. Sino podríamos decirle a los sudafricanos que vuelvan a implantar el apartheid porque total nunca serán iguales (en la práctica) ante la ley por razones de raza. El primer paso para mejorar las cosas es que la ley sea por lo menos en teoría justa, luego habrá que trabajar para que se aplique bien, pero sin el primer paso no hay nada que hacer.
A diferencia del rey, cualquier cargo público está sometido (bien o mal, poco o mucho) a un control político (como le pasa al gobierno) y a un control por parte de la prensa. Por tanto cualquier persona que, ejerciendo un cargo político, comete un delito (por ejemplo malversación de fondos) puede ser denunciada por los políticos o por la prensa para ser juzgada (con la presunción de inocencia correspondiente por supuesto) pero el rey LEGALMENTE nunca puede ser juzgado, aunque cometa delito.
Es cierto que una cosa es la teoría y otra la práctica. En el caso de Aznar por ejemplo existe una plataforma popular que reivindica juzgarlo por crímenes de guerra, veremos si consiguen llevarle a juicio o no, pero en el caso del rey no habría NINGUNA posibilidad en las condiciones actuales.

8. También existen privilegios en ciertos cargos políticos.

Sin embargo, no se puede comparar tener ciertas ventajas (con las que se puede o no estar de acuerdo) con ser IMPUNE y bajo NINGÚN control. Por ejemplo, según la Wikipedia, la inmunidad diplomática se refiere a los beneficios de inmunidad o inviolabilidad que goza un diplomático sobre su persona y el país en donde reside y se desempeña oficialmente, la exención de impuestos y de la jurisdicción civil y criminal respecto con los tribunales locales. A un diplomático español que resida en Francia, por ejemplo, no se le puede juzgar en Francia pero sí se le puede juzgar en España. Por el contrario, nuestro rey tiene impunidad en su país también (probablemente no será la única persona que tenga ese privilegio en el mundo, pero desde luego no lo tiene el presidente de la república francesa). Además muchos de los privilegios de los cargos políticos son limitados en el tiempo (se acaban en cuanto ya no se ostentan dichos cargos), a diferencia de la impunidad Real que es ILIMITADA en el tiempo.

9. La gente apoya la monarquía, lo dicen las encuestas.

Sin embargo, las encuestas sobre la cuestión monarquía/república son escasas o inexistentes y toda encuesta siempre debe tomarse con mucha precaución. Las encuestas pueden dar resultados muy distintos dependiendo de qué se pregunte, de cómo se plantee la pregunta, de cómo se realicen las muestras, etc. Por ejemplo, no es lo mismo preguntar si se valora la monarquía que preguntar si se prefiere monarquía o república. Se puede valorar positivamente la monarquía (el rey actual) pero se puede preferir a pesar de lo anterior la república. De todas formas, si tanto apoyo tiene la monarquía, ¿por qué no se ven debates sobre la cuestión república/monarquía? ¿por qué se censura sistemáticamente toda noticia que tenga que ver con la república, salvo cuando modos incorrectos de defenderla puedan desvirtuar su causa? ¿por qué no se quiere ni oír hablar de un referéndum para elegir entre república y monarquía si tan seguros están los “monárquicos” del apoyo que tendrían? También podría decirse que la gente no apoya a la monarquía porque el día de la boda del príncipe había más policías que gente viendo desfilar el coche nupcial en Madrid. No se puede asegurar tan alegremente que la monarquía es apoyada. Hasta que no se produzca un referéndum en el que ambas opciones puedan ser elegidas en igualdad de condiciones no podrá saberse realmente lo que apoya el pueblo español.
Cuando se controla tanto los medios de comunicación (hasta el punto de que no se ve casi ninguna crítica a uno de los poderes más importantes del Estado, al contrario de lo que ocurre en otros países), es difícil que a la gente le lleguen ideas distintas de las que quieren quiénes controlan dichos medios. Pensamos y opinamos en base a lo que vemos en los medios de comunicación (que están muy manipulados por los poderes fácticos). Los medios de comunicación más que informar lo que hacen es CREAR OPINIÓN para que pensemos de cierta manera (la que les interesa a ellos).

10. La prensa no se mete con el rey porque cae bien a la gente.

Sin embargo, la simpatía o no que despierta el rey en la población depende de la imagen que nos transmitan de él los medios de comunicación a los ciudadanos. Si el rey cae bien a la gente, es en todo caso porque la prensa no se mete con él y no al contrario. El control de los medios de comunicación es la principal “herramienta” que ha tenido esta monarquía para conseguir imponerse, para conseguir apoyo popular. Dada la censura y manipulación que hay en los medios “oficiales”, no podemos fiarnos sobre la imagen que nos han transmitido del monarca. Existen numerosas informaciones en medios alternativos (Internet) que desde luego dan una imagen muy distinta del rey a la “oficial” y cualquier atisbo de “apertura “ informativa respecto de la monarquía es rápidamente censurado en los medios “oficiales”. Sin ir más lejos el error cometido por el rey en la cumbre de Chile evidenció la falta de libertad de prensa en nuestro país. Los medios se han limitado a transmitir cierta imagen de nuestro monarca (próximo, campechano, sencillo) pero no informan sobre sus actividades, sobre sus cuentas, sobre su patrimonio. Prácticamente no informan nada acerca de él y desde luego lo tratan de forma muy distinta a cualquier otro cargo público.
Con respecto a los partidos políticos (mayoritarios) se puede elegir el periódico que uno quiera para CONTRASTAR versiones pero ¿cómo contrastar lo que se piensa de la monarquía? Todos los medios “oficiales” dicen (es decir no dicen) lo mismo. Para saber la verdad de las cosas es imprescindible contrastar versiones u opiniones distintas (imaginemos un juicio donde sólo se oye una de las partes, sería imposible saber la verdad). ¿Es que la monarquía es perfecta? NADA es perfecto y por tanto TODO se puede criticar. Y por tanto si no se critica NUNCA es porque se hace censura o autocensura.
Los medios de comunicación "venden" no "informan". Y siempre "venden" lo mismo. Ahora bien “venden” lo que ellos quieren “vender” no lo que nosotros queremos “comprar”, otra cosa es que lo "compremos". A ver si ahora va a resultar que nos ponen las noticias que nosotros queremos. No tenemos ni voz ni voto. Y nuestra opinión sobre las cosas son las que nos "venden". Por esto no hay libertad de expresión porque los medios no quieren informar sino “vender”. En la historia existen numerosos ejemplos donde las versiones oficiales de las cosas no coincidían luego con la realidad (por ejemplo los NO-DOs del franquismo), hay que tomarse con mucha prudencia las "verdades que nos han vendido".

11. Si la gente quisiera república votaría a partidos republicanos por lo que no es necesario un referéndum

Sin embargo, vivimos en una “democracia” donde la gente tiene el voto condicionado por la “información” de la que dispone. ¿Y cómo la gente va a estar concienciada sobre este tema si no se habla de ello en los medios de comunicación debido a la censura Real?
Además cuando se vota a un partido no se considera sólo si es republicano o no sino su programa en conjunto, usando esa misma argumentación no habría hecho falta el referéndum de la OTAN porque el partido que ganó en su día defendía (en un principio) el NO. Cuando se vota a un partido se le vota por muchos motivos. Habrá gente republicana que no comparta la ideología de IU por ejemplo y mucha gente del PSOE que no esté de acuerdo con que este partido renuncie a su posición tradicional a favor de la república y también habrá gente de derechas que preferirá república. Siguiendo el razonamiento de que el que quiera república que vote a los partidos republicanos, nunca tendría sentido plantear un referéndum sobre ningún tema porque bastaría con votar al partido correspondiente (admitiendo que en el resto del programa uno esté de acuerdo con dicho partido).
Además es un tema con la suficiente importancia para tratarse aparte (se trata del modelo del Estado, de sus BASES).

12. Hay problemas mucho más prioritarios, lo importante es resolver los problemas cotidianos. Da igual que tengamos república o monarquía, en el fondo seguiríamos igual, la única diferencia es que tendríamos un presidente de república en vez de un rey.

La democracia es fundamental para la resolución de los problemas de una sociedad, cuanto más desarrollada esté mayor probabilidad de mejorar las condiciones de vida de la mayor parte de la población. El pueblo debe ser consciente de que hasta que no tenga el verdadero poder, no podrá aspirar a una vida mejor en justicia, paz y libertad. No podemos mirar para otro lado para no ver lo que no funciona y luego quejarnos cuando nos toca de lleno el mal funcionamiento de nuestro Estado. Ni podemos ni debemos evitar analizar las CAUSAS por las que las cosas no funcionan. Hay gente que piensa que la estructura del Estado no le afecta cotidianamente (que está muy lejana) y está equivocada, todo nos afecta a todos los niveles (sobretodo de arriba a abajo). No podemos aspirar a tener justicia, trabajo, vivienda dignos si la estructura BÁSICA del Estado en que vivimos lo impide. ¿Qué justicia puede esperarse cuando la ley de leyes atenta contra el principio básico de igualdad ante la ley de TODOS los ciudadanos? La ley debe ser ante todo justa y luego eficiente, pero si no es justa da igual que sea eficiente, probablemente en el franquismo la justicia era más eficiente pero también muy injusta.
Si tenemos en cuenta que en España la monarquía es menos transparente que otras monarquías de nuestro entorno, que coarta la libertad de prensa, que nuestro rey es impune ante la ley y no está sometido a ningún control, que fue impuesto por el franquismo,… el planteamiento de la cuestión republicana en nuestro país no sólo es deseable y legítimo, sino que también es NECESARIO para conseguir que nuestra “democracia” se ponga por lo menos al mismo nivel que en el resto de países de nuestro entorno. Esta monarquía tiene los defectos inherentes a cualquier otra más los derivados del hecho de que sucedió a una dictadura y mantiene prácticas que recuerdan a ésta última.
En resumen, si admitimos que cuanta más democracia mayor probabilidad de resolver los problemas (incluidos los cotidianos) y estamos de acuerdo en que república es más democracia que monarquía (en general y más aún en nuestro país, por las peculiaridades de nuestra reciente historia), entonces es evidente que la cuestión republicana es NECESARIA y ESENCIAL para mejorar nuestra sociedad.

13. Es mejor no volver a la república para evitar los problemas que hubo con la 2ª república.

Sin embargo, los problemas que hubo en la 2ª república no son sólo achacables a la propia institución republicana. En general, y simplificando un poco, el contexto nacional e internacional era ya de por sí muy complejo e inestable. España (y el resto de Europa) vivía una época de cambios intensos y profundos, la inestabilidad estaba arraigada en la sociedad española, inestabilidad que provocó en pocos años (menos de 60) el cambio de una monarquía (Amadeo I) a una república (la primera) a una monarquía de nuevo (Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera) y otra vez a una república (la segunda). En esos tiempos tuvieron muchos problemas tanto los regímenes republicanos como los monárquicos. Por tanto si no se puede volver a instaurar la república por los problemas que tuvo en esos tiempos, tampoco podría hacerse lo mismo con la monarquía. ¿Es que el modelo de Estado republicano usado en la mayoría de países del mundo ACTUALMENTE no tiene sentido en nuestro país? Por otro lado, cuando dicen que el reinado de Juan Carlos I es el periodo más largo de estabilidad en la historia reciente de España, tampoco es cierto, realmente el mayor periodo de estabilidad (hasta ahora) fue el franquismo. Es decir, la “estabilidad” tampoco es una virtud en sí misma.

14. En una república tampoco habría mucho margen de maniobra porque se elige un presidente perteneciente a un partido.

Se elige un presidente de república de un partido es verdad, pero por lo menos se tiene algo de margen para elegir, en el caso de un rey el margen es CERO. Y de todas maneras, en una república es más fácil establecer unas “reglas de juego” que aumenten dicho margen de maniobra. En una república es más fácil desarrollar la democracia hacia cotas más altas, nada es fijo e intocable, no hay tantos obstáculos.

Argumentos republicanos

Los argumentos a favor de la república se pueden sintetizar en los siguientes puntos:

1. El sistema republicano es mucho más económico, democrático, lógico y justo. No fomenta como la monarquía la desigualdad y el trato de privilegio y pone a TODOS los ciudadanos en igualdad de condiciones frente a la ley.

2. Es muy PELIGROSO que haya una persona con tanto poder como el rey (que esté por encima de la ley y sin control posible), la historia mismo lo demuestra. El sistema no debería depender de una persona. El sistema republicano es mucho más seguro porque no da tanto poder al jefe de Estado y además permite elegirlo cada cierto tiempo. Además en una república no existen problemas de sucesión (que tantas guerras han provocado a lo largo de la historia).

3. Tenemos una "democracia" donde no existe realmente libertad de prensa (la monarquía no se puede criticar, es decir no se puede criticar el modelo de nuestro Estado), donde hay poca (o nula) independencia de poderes, donde hay poco (o nulo) control de los mismos, donde hay poca (o nula) transparencia, etc. NO TENEMOS UNA DEMOCRACIA VERDADERA porque muchos de sus pilares fundamentales, entre ellos la libertad de expresión, no se cumplen o se cumplen insuficientemente. Nuestra “democracia” está muy “limitada”, es claramente insuficiente. El modelo de nuestro Estado (del que la monarquía es parte sustancial puesto que es su núcleo) es muy poco democrático. Es decir, es un problema de las BASES de nuestro sistema.

4. Se suele decir que lo importante son los problemas cotidianos, que desde ese punto de vista da igual república o monarquía. Pero los que dicen eso, se olvidan de que si la estructura básica del sistema está "enferma" (es decir si las reglas del juego están “viciadas”) entonces eso afecta a todo: se producen más problemas de convivencia que derivan a veces en violencia, más problemas de corrupción (que luego repercuten directamente en nuestro bolsillo), más bloqueo en la solución de los problemas (por ejemplo el terrorismo), menor pluralidad de ideas y por tanto menor posibilidad de encontrar soluciones para resolver los problemas, etc. ¿Qué justicia puede esperarse de un sistema cuya ley de leyes es profundamente injusta porque atenta contra el principio BÁSICO de igualdad ante la ley de TODOS los ciudadanos? La libertad y la democracia son condiciones necesarias e IMPRESCINDIBLES (auque no suficientes) para convivir en paz, para mejorar y progresar, para resolver los problemas cotidianos de todos.

5. Esta monarquía tiene muy poca legitimidad porque fue coronada por una dictadura y aprobada indirectamente en un referéndum en el que no se dio opción a un Estado republicano. Esta monarquía es muy poco transparente porque no está sometida a prácticamente ningún control (ni por la prensa ni por el poder político). Un referéndum donde se pueda elegir libremente y en igualdad de condiciones entre monarquía y república proporcionaría mayor legitimidad al sistema (sea cual fuese el resultado) y contribuiría a cerrar la página de la Transición.

6. El establecimiento de una república puede acelerar y aglutinar las reformas necesarias para avanzar en nuestra democracia. Nuestro sistema necesita realizar un amplio conjunto de reformas para conseguir mayor grado de democracia (por lo menos para alcanzar el que tienen nuestros vecinos europeos) y para ello es necesario que se hagan desde el sistema actual (con el riesgo de que sean insuficientes, de que se hagan a un ritmo excesivamente lento, o de que simplemente no se hagan) o bien “rompiendo” con el sistema actual y “regenerándolo” (consiguiendo asegurar que las reformas se hagan, que sean más importantes y que se hagan más rápido) a través de una república. La república puede ser el “catalizador” de la “regeneración democrática” de nuestro país. Y no menos importante, puede establecer las BASES para poder desarrollar la democracia hacia cotas más altas en el futuro, para poder mejorar el sistema de forma continua y sin ningún obstáculo.


La República no nos resolvería inmediatamente nuestros problemas cotidianos pero sentaría las bases para que eso fuera mucho más posible. Y por lo pronto ahorraría de entrada unos costes importantes a todos los ciudadanos y "sanearía" nuestra democracia, que falta le hace. La república nos traería un presente mejor y de paso (que no menos importante) nos proporcionaría un futuro más seguro. Además de los argumentos teóricos o de principios a favor de la república (aplicables a cualquier país), hay que sumar las peculiaridades de nuestra historia reciente que hacen que un referéndum para elegir la opción de sistema sea en nuestro caso NECESARIO para avanzar en NUESTRA democracia.

El día en que los republicanos puedan defender sus ideas en igualdad de condiciones que los monárquicos (que actualmente tienen todos los poderes a su favor, especialmente la prensa más importante), el movimiento republicano superará inexorablemente al monárquico. Por esto se encargan los medios "oficiales" de obviar dicho movimiento porque puede crecer rápidamente en cuanto se le dé la mínima oportunidad. Por ejemplo, según una encuesta realizada en Málaga, la iniciativa para lanzar una Red de Municipios a favor de la Tercera República, a la que se han incorporado ya cinco ayuntamientos malagueños y los más de 200 cargos públicos que IU tiene en la provincia de Málaga, es conocida por un 30,27 por ciento de los malagueños. Además, aumenta el número de malagueños que se declaran republicanos, alcanzando el 40,34 por ciento frente a los que se declaran monárquicos, el 32,95 por ciento. Las encuestas hay que tomárselas siempre con mucha prudencia (tanto unas como otras) pero el hecho significativo es que ya empiezan a verse encuestas donde el movimiento republicano supera al monárquico, y esto con una "promoción" casi nula de dicho movimiento y sin debates. La monarquía juega con mucha ventaja: lleva más de 30 años "promocionándose" con los grandes medios de comunicación y los principales partidos a su favor (por ahora). Pero en cuanto se empiecen a conocer las ideas republicanas y se puedan ver debates donde ambas opciones tengan las mismas oportunidades de darse a conocer, el movimiento republicano crecerá “como la espuma”. Por esto los grandes medios de comunicación silencian sistemáticamente todas las noticias que tengan que ver con el movimiento republicano (salvo aquellas que lo desprestigien), porque saben que en cuanto empiece a ser conocido no parará de crecer por sí solo. El movimiento monárquico necesita silenciar al republicano para subsistir porque éste crecerá espontáneamente a pesar de los intentos del primero por obviarlo. La monarquía necesita mucho trabajo de "marketing" para mantenerse, la república necesita poco "marketing" para superarla.

Conclusión

Teniendo en cuenta nuestra historia reciente, en particular la Transición, la cuestión del tipo de régimen (república/monarquía) sigue abierta en nuestro país. Es una deuda histórica con la “España perdedora” que debe zanjarse para cerrar la página más dramática de nuestro pasado reciente. La monarquía actual no tiene suficiente legitimidad porque ha sido impuesta por una dictadura y porque no se ha dado ninguna oportunidad a otra opción, la república, como mínimo igual de legítima (para los republicanos más legítima porque representa la legalidad democrática quebrantada con el golpe de Estado de 1936 que dio lugar a la guerra civil). La Constitución actual pone al jefe de Estado por encima de la ley y esto, por un lado es inadmisible en una democracia, y por otro lado puede plantear un serio problema de mal uso de dicho privilegio (mal uso que no puede garantizarse que no se haya producido ya). La monarquía actual es poco transparente y limita la libertad de prensa practicando una censura incompatible con un régimen democrático.
Por todo ello, el planteamiento de un referéndum para que el pueblo elija democráticamente entre república y monarquía no sólo es legítimo sino que es NECESARIO para cerrar definitivamente las “heridas” de nuestro turbulento pasado reciente y sobretodo para conseguir un grado de democracia, por lo menos, igual que el de nuestros países vecinos. Pero dicho referéndum debe celebrarse con las garantías suficientes para que ambas opciones puedan competir en igualdad de condiciones y para ello es necesario que los medios de comunicación inicien una “apertura” con el objetivo de culminar la libertad de prensa en nuestro país. Dicho referéndum debe estar precedido por un debate serio, profundo, verdadero y sin miedo en la sociedad española. Independientemente del resultado del referéndum, su planteamiento puede y debe suponer un importante impulso democrático.
El movimiento republicano tiene el gran reto de luchar ACTIVAMENTE por la concienciación masiva de la NECESIDAD de la Tercera República española (lucha que debe pasar inexorablemente por la unificación de las distintas plataformas republicanas) y para ello debe iniciarse un debate “interno” (pero abierto a la sociedad) sobre el MODELO que debe adoptar dicha república. La república no debe ser sólo la negación de la monarquía sino que debe ser un modelo alternativo perfectamente definido. Es necesario dar a conocer el concepto de república antes de que se instaure para (al ser una alternativa de poder institucional conocida) garantizar su porvenir como forma democrática del Estado. Es necesario que deje de ser algo bueno por conocer frente a lo malo conocido. Hay que evitar que la república llegue de modo imprevisto y se instale en un Estado de precariedad. El objetivo fundamental es evitar los errores del pasado que provocaron los fracasos de la primera y segunda repúblicas en España. En definitiva es imprescindible sentar las bases teóricas antes de su puesta en práctica.

José López.

11 junio, 2008

y como no hay dos sin tres...

Canciones de amor en LOLITA'S CLUB

Po güeno, po fale, po m'agrada, y me vas a hacer el favor Pedro G. de ponerte bueno;
AVISO: No hace falta que os vayáis escarallando uno tras otro, para que os invite al cine.

07 junio, 2008

y sigue la racha...


Sin haberse evaporado aún el néctar salino que impregna mis barbas desde lo de Javier, un nuevo desaguisado conturba mis entretelas:
¡El amigo Lorenzo subyace en el lecho del dolor!, ¡otro republicano aquejado de ILT!
Para sobrellevar su congoja le receto una dósis de la película mexicana "Matando cabos" [clicando en la imágen] aunque, vigila, querido Lorenzo, el nivel de tus carcajadas, no te convienen esfuerzos...
Al resto, ojo al bajar escaleras y al cruzar las calles: Da un poco de "yuyu" la contumacia en la desgracia.


01 junio, 2008

¡ PAVERNOS MATAO !




Han de saber Vds. que un querido compañero ha tenido sus diferencias con un camión sin frenos, hace unos días; afortunadamente ha escapado con alguna magulladura física y el incordio de tener que ocuparse de que el seguro de su coche no le tangue, basándose en la letra pequeña de una ignorada cláusula particular de la póliza.

Sus compañeros en el CR3 le animamos a una distraída convalecencia viendo la película "Teniente corrupto" y disfrutando del buen hacer de Harvey Keitel que borda su papel.


¡ VA POR TÍ JAVIER !

¡ A PONERSE BUENO !

NOS VEMOS EL DÍA 10