
Todo ha concluido. A las 22,00 horas del domingo 27 de mayo sabíamos que todos habían perdido. Lo que se decía era lo contrario, que todos ganaban, mientras se ocultaba cuidadosa y púdicamente el tremendo dato de la amplísima abstención con que había concluido el llamamiento a las urnas.
La elecciones municipales y autonómicas de 2007, excepto en Navarra, donde subió algo la participación, han sido un puro fiasco. En Cataluña, un auténtico desastre. Por ejemplo, en la ciudad de Barcelona, los datos han sido los siguientes:
Total del Censo de Votantes 1.262.537 personas
Votaron …………………… 611.941 personas
Abstenciones ……………… 622.370 personas
Votos en blanco …………... 24.754 personas
Votos nulos ……………….. 3.472 personas
Ahora todos los protagonistas se consuelan: han logrado salvar sus puestos, sus jugosas nóminas, sus posiciones de poder. Queda todavía un alto porcentaje de la población, algo superior al 50% del total, que sigue creyendo en las posibilidades del sistema. Pero el sistema se agota poco a poco, como se agotan las mentiras que lo sustentan.
Ya pocos creen que nuestras instituciones sean algo más que un atajo de oportunistas aferrados al sueldo y al presupuesto para poder seguir viviendo sin trabajar. Las instituciones españolas, desde el Rey hasta el último concejal de pedanía, se han convertido en una amenaza para la paz civil y la concordia ciudadana. Poco a poco, se irán transformando también en una amenaza para nuestro bienestar más elemental, a medida que aumente la fiscalidad y disminuya la riqueza que destrozan y despilfarran desde los gobiernos Nacional, autonómicos y locales.
El principal problema es la creencia de muchos, todavía demasiados, en que el Partido Popular puede ser una esperanza. Un problema no menor del conformado por los que creen en una hipotética “regeneración” del corrupto PSOE, en las posibilidades de IU o en la “modernidad” de los nacionalismos”.
Todos ellos constituyen el cáncer que devora a España. La bonanza económica no durará eternamente y, cuando terminen de pasar los años buenos, la insaciable voracidad de las oligarquías partitocráticas nos enseñará a todos de lo que son capaces esas bandas de sinvergüenzas que saquean las Haciendas Públicas, en su propio beneficio y en perjuicio de los españoles.
Va siendo hora de hacer algo más que promover la abstención, ya que la abstención se promueve casi sola. Urge exigir el cambio político, la reforma electoral, la depuración de los nuevos caciques partitocráticos de las instituciones, etc…
Esta Segunda Restauración Monárquica de 1975, como la Primera de 1875-1923, va convirtiéndose en una pura farsa: ¿hasta cuando?, ¿permitiremos de nuevo que concluya en tragedia?
Está en nuestras manos
Salud y República
Aviraneta (CR3)